domingo, 13 de noviembre de 2011

DÉCIMATERCERA SEMANA [Investigación y Expresión Jurídica]

   Notas sobre una exposición   _
     Empezaron las exposiciones en clase. Los temas son libres [sobre cuestiones jurídicas y/o metodológicas], y la regla es que deben ser breves; de entre diez y quince minutos.
    La primer observación [por parte del maestro] fue que para exponer sobre algo, se debe saber del tema, y tomar muy en cuenta que generalmente el expositor parte de un prejuicio: el de suponer que todo su auditorio sabe de lo que está hablando. Este prejuicio, muy recurrente, termina por influir en el proceso de comunicación entre uno y otros. Para exponer correctamente, en primer término se debe hacer un planteamiento del tema con un lenguaje que sea entendido por los más posibles; y en seguida, dar por sentado que el auditorio le sigue a uno el paso en la exposición a partir del hecho de que el expositor es el especialista.
    Para el dominio del tema es igualmente recomendable el orden y la sistematización; se nos hizo una breve reflexión sobre la utilidad de los mapas mentales, y cómo éstos pueden auxiliar para la exposición misma. De la misma manera, también se reflexionó sobre la importancia de saber discriminar información, es decir, sobe cómo descartar alguna y resaltar otra: saber qué abordar, a fin de concentrar la atención en lo importante.
    Si se reflexiona un poco respecto a lo anterior, se puede uno encontrar que quizá esa sea la parte más difícil de una exposición, y más aún de una investigación académica... Saber seleccionar la información es posiblemente la tarea más ardua para quien se interesa en el conocimiento. Esta selección o discriminación material, suele constituirse al paso del tiempo también en una llave para nuevo conocimiento, más especializado; de ahí que no se debe tomar a la ligera este aspecto. El proceso intelectual de selección de la información lleva consigo más que un mero otorgamiento; es también una toma de postura, lo mismo para quien expone un tema ante un auditorio, que para quien investiga. Por lo regular, la sobreposición de una información a otra, nos establece una guía de antemano; y esta guía, será a la postre, la base sobre la que se construirá el conocimiento de interés. Es finalmente lo que particulariza ese conocimiento. Y es al mismo tiempo que inevitable, lo más difícil de hacer.
    En cuanto al objetivo primario del expositor [darse a entender ante su auditorio], no solo se debe tener presente el dominio del tema, sino hacerse de todos aquellos recursos didácticos para poderse darse a entender: estos recursos no solo son materiales, sino puede tratarse también de técnicas que permitan desde mantener la atención de los demás, hasta recursos gráficos que faciliten la comprensión de los temas que se abordan. De esta atención sostenida, es de donde puede obtenerse el resultado buscado.
    A las capacidades de expresión del expositor, también se une su capacidad de control del auditorio: de darse una desviación del tema en una discusión [reflexión del maestro], debe mantenerse el hilo conductor entre ésta y el tema tratado.
    Precisamente sobre este último punto, puede añadirse que el hecho de la pérdida de control en una discusión entre el expositor y su auditorio, o entre los miembros de éste último, implica sobre todo el desvanecimiento de la comunicación que en un primer momento se proponía el expositor. Una vez perdido el control del auditorio, deja de existir la recepción del mensaje. El caos se impone, y el expositor deja de ser el centro, para dejar su lugar a las posiciones aleatorias y generalmente no especializadas que abundan en todo público. Por lo anterior, es que ante un auditorio, se impone o debe imponerse por sobre todo el propósito del expositor.

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