La argumentación
Las clases de esta semana se ocuparon en hacer una breve descripción de operaciones lógicas elementales. Hubo ante todo la intención de asociar cada una de estas operaciones con la argumentación en abstracto.
Se habló de las inferencias. Una inferencia sería el concluir consecuencias de la conjugación de determinadas proposiciones. Éstas consecuencias serían, a) de carácter mediato, si comprendieran dos o más proposiciones, y b) inmediatas, si tuvieran una sola proposición. Este mecanismo de la inferencia se complejiza cuando se trata de una pretensión de pensamiento científico. O de los silogismos: el silogismo [cadena de premisas] tendría como algunos de sus elementos a los términos mayor [T], menor [t], y medio [m], etc.
Pero todo lo abordado, estas operaciones lógicas elementales, se dirigieron a cada oportunidad hacia los temas de la Argumentación, la persuasión y el discurso. De los temas de lógica, se seguiría que la Argumentación estaría constituida por una serie de proposiciones, que se siguen de otras proposiciones previas. La persuasión de un discurso en tanto, no está sujeta a su corrección lógica, sino al convencimiento sano o insano, bienintencionado o no, de un sujeto determinado; en cambio, ésta corrección lógica sí sería necesaria, si se pretendiera su validez como argumento científico.
La validez de un argumento estaría fundado sobre todo en la lógica de sus proposiciones; y a su vez, la calidad lógica de la secuencia entre proposiciones, sería la garantía de esa validez. Si entre ese encadenamiento se encontrara una falla, ésta redundaría en todo el entramado de la argumentación. De esa manera, si existe un encadenamiento de la argumentación entre A y Z; y B, L y N, tuvieran deficiencias lógicas, no podría aislarse el fallo y concluir como válido todo aquello que no fuera B, L y N; sino que la deficiencia se extendería de A a Z.
En cambio, si el argumento fuera secuencial pero no estuviera encadenado, las deficiencias podrían aislarse y rescatar entre A y Z, aquellas proposiciones que de manera independiente representaran o contuvieran corrección lógica en sus postulados. Esto último es lo más común en mucho del pensamiento universal. El pensamiento de un autor puede considerarse como debatible en algunos aspectos y en otro no; o para ilustrarlo de un modo coloquial: el primer tipo de argumentación se parecería a un edificio, cuya estructura conforma un solo bloque, dependiente e indivisible. En tanto, el segundo tipo de argumento se parecería más a un fraccionamiento habitacional, en donde cada unidad está unida, pero a su ves guarda independencia entre sí.
Es común que en la obra de algunos autores ocurra que el dominio de una disciplina o aspecto de ésta, se imponga sobre otros aspectos o disciplinas involucradas. Se pueden pensar en muchos ejemplo, pero a propósito queda bien la imagen de algunos escritores o críticos que gozan de mucho prestigio intelectual o científico en una disciplina determinada, y son terriblemente criticados cuando abordan temas fuera de su especialidad o dominio. Aquí, en este ejemplo, puede apreciarse al mismo tiempo que el fenómeno de la especialización del trabajo, que el de la indisciplina intelectual: el prestigio en una disciplina o tema, no otorga autoridad intelectual absoluta. Y de esta ilustración se puede concluir también la conveniencia de reducir o concentrar hasta donde sea posible el objeto de estudio temático.