domingo, 4 de septiembre de 2011

TERCER SEMANA [Teoría de la Argumentación Jurídica]


La Argumentación, como Persuasión y Comunicación

    Antes de abordar el tema de la Argumentación Jurídica en específico, se estuvo comentando y discutiendo sobre lo que es la argumentación en general. Ya se nos adelantó la necesidad del conocimiento de las operaciones lógicas elementales, pero antes de ellas habría qué establecer lo que es la argumentación en específico, y analizar con detenimiento el proceso de comunicación. Éste último tema fue el que generó más atención por parte del grupo.
    Argumentar comprende la justificación de una idea, y por tanto la interpretación implícita de ésta y todos aquellos fenómenos que la compongan o estén relacionados. El fin de la argumentación es persuadir, a otro u otros de la veracidad de la idea. En esta persuasión pueden entrar en juego operadores lógicos trucados (falacias o sofismas), de los que se debe tener cuidado o atención; ya sea para no formularlos o para no dejarlos pasar por alto, si se presentaran.
    Cuando se argumenta, se comunica. No es posible ninguna argumentación sin comunicación. Se puso énfasis en clase respecto a los elementos de ese proceso: 1. Emisor. Debe ser claro, sencillo y entendible; 2. Mensaje. Debe contar con un Código de Comunicación, entendido como lenguaje; y 3. Receptor. Que sería el destinatario del mensaje, y específicamente, el objeto de la persuasión.
    De estos tres elementos se pueden desprender muchos más, pero son en suma lo que constituye un proceso de comunicación genérico. En ocasiones, por ejemplo, se necesitará de un intérprete del mensaje, si éste estuviera de algún modo cifrado. Las variaciones posibles son muchas, y se podría reflexionar mucho al respecto, pero para el objeto que se persigue es suficiente con establecer que el proceso de comunicación es un fenómeno que debe tenerse muy en cuanta al momento de Argumentar. Existe, por ejemplo, una pretensión primaria del emisor del mensaje, para que éste se comprenda; el destinatario puede ser individual, colectivo, e incluso impersonal (un auditorio no presente).
    La argumentación, por otro lado, en cuanto que proceso de comunicación, podría componerse de imágenes, símbolos, o en el caso, como un discurso oral o escrito.
    Precisamente por lo anterior, y respecto al fin persuasivo de la argumentación, ésta podría emparejarse a la retórica, pero no se le debe confundir. Mientras la retórica se encamina a las “formas bellas”, para persuadir, y desatiende en pro de esas mismas formas, al contenido del discurso, la Argumentación tiene que estar fundada en la corrección lógica de su formulación.
    El derecho como discurso estaría siempre asociado a la validez lógica de su argumentación; sin embargo, en este punto, puede resaltarse el hecho de que la “bella forma” que distingue a la retórica, no necesariamente se confronta con la Argumentación. La retórica, tiene el mismo fin que la argumentación (persuadir), solo que en ese propósito no atiende al contenido del discurso en sí mismo. Luego entonces, si lo atendiera, sin deshacerse de su preocupación estética, se colocaría más como un medio que si finalmente no beneficia a la persuasión buscada, tampoco necesariamente tendría por qué estorbarla, siempre y cuando se sujete a la rigurosidad lógica que requiere y compone a la argumentación.
    En el proceso de comunicación que surge en la argumentación, también se presentan otros fenómenos que pueden alterar el argumento mismo. En clase de discutió respecto al proceso de comunicación política actual, que por razones mercadotécnicas anula el argumento. Este problema, trasladado al ámbito jurídico, dejó ver que los canales de traslado de un mensaje (jurídico) determinado, también podrían verse viciados por razones que se sobreponen a la corrección lógica del argumento. Como conclusión a este tipo de vicios, por supuesto, debe entenderse que la calidad de la argumentación siempre debe propender a la corrección lógica de sus postulados, y no a los efectos deseables o no deseables de aquella.

TERCER SEMANA [Investigación y Expresión Jurídica]


La Receta de Cocina

    El efecto que produjo la lectura del Kibalyón en el grupo, dio pie para que esta semana se abordaran los temas del método científico desde otra perspectiva. La duda respecto a la validez del conocimiento, se centró en el método que se sigue para obtenerlo. Cualquier aseveración respecto a un eventual resultado, se centra no en la conclusión, sino en el camino que se sigue para obtenerlo.
    Para abordar el siguiente tema de la semana, se nos encargó llevar una "receta de cocina", un manual de reparación de algún electrodoméstico, o cualquier otro tipo de manual que describiera un procedimiento. Finalmente lo que más abundó fueron las recetas de cocina. En éstas, cada paso, lo mismo que en un Protocolo de Investigación, tendría como fin la consecución de un resultado. No estarían limitados en cuanto a un número específico, pero sí en cuanto a la secuencia u orden de cada uno de ellos. Respecto a la alteración de éstos, por consecuencia, en una y en otro, habría una consecuencia negativa. Y esa precisión en el seguimiento de cada uno de los pasos, no es relativa a cada en sí, vistos independientemente, sino respecto al fin determinado que se persigue. A partir de la reflexión fue como se abordó el tema de los pasos que se deben seguir en una investigación de carácter científico. El protocolo de una investigación sería el primer símil útil de esa "receta": está integrada por pasos. Sin embargo, esta comparación podría extenderse a cualquier tipo de investigación, incluso la de un procedimiento judicial. A reserva de que será un tema que se abordará con más detalle en clases posteriores, se dio un panorama de los pasos para elaborar una investigación.
    El primer paso del protocolo lo constituye el planteamiento del problema a investigar, el cual debe ser de carácter cerrado en su respuesta; debe corresponder implícitamente a un Sí, o a un No. En seguida, debe atenderse a la justificación de ese problema de investigación; en la que sobre todo, se debe resaltar su relevancia y pertinencia: académica, social, temática, etc.
    El segundo paso es la formulación de la o las hipótesis. La hipótesis sería la respuesta tentativa a la pregunta de investigación. Esta respuesta, debería implicar un valor negativo o positivo, correspondiente a la pregunta de investigación. En todo caso, de no descartarse del todo la formulación, se debería resaltar lo probable o validez parcial de la hipótesis, pero siempre anteponiendo el método por el que se llegó a ese resultado, al carácter del resultado mismo.
    Un tercer paso sería el diseño de los medios de prueba de la hipótesis planteada. Esta sería la parte más difícil de la investigación. La estructura misma que se planteé ya de entrada sería el camino a seguir para esos medios de prueba, y en primera instancia lo constituiría el planteamiento del capitulado a desarrollar.
    En este tercer punto se hizo una reflexión sobre los errores más comunes que se presentan al formular el capitulado. Uno de ellos, es el de la "costumbre" de guiarse por otros capitulados, sin reflexionar sobre su utilidad como medios de prueba. Se puso el ejemplo de la inclusión de un apartado de "antecedentes históricos", o de incorporar un capítulo de "derecho comparado". No es que no se puedan incluir, sino que se debe reflexionar sobre si son o no útiles para la investigación en concreto que se lleva a cabo.
    Como sea, el símil de la receta de cocina fue útil y suficiente respecto a que tanto ésta, como el diseño de un Protocolo de Investigación, comparten la posibilidad de incorporar variaciones personales que finalmente redundan en el producto final. No acortan la creatividad, sino que son una guía necesaria para conseguir un propósito. La secuencia de cada paso es importante, ya que el previo justifica al posterior, y juntos son el camino para conducirnos al resultado que se busca: en el caso, probar afirmativa o negativamente la hipótesis planteada.