domingo, 18 de septiembre de 2011

QUINTA SEMANA [Teoría de la Argumentación Jurídica]


La argumentación

    Las clases de esta semana se ocuparon en hacer una breve descripción de operaciones lógicas elementales. Hubo ante todo la intención de asociar cada una de estas operaciones con la argumentación en abstracto.
Se habló de las inferencias. Una inferencia sería el concluir consecuencias de la conjugación de determinadas proposiciones. Éstas consecuencias serían, a) de carácter mediato, si comprendieran dos o más proposiciones, y b) inmediatas, si tuvieran una sola proposición. Este mecanismo de la inferencia se complejiza cuando se trata de una pretensión de pensamiento científico. O de los silogismos: el silogismo [cadena de premisas] tendría como algunos de sus elementos a los términos mayor [T], menor [t], y medio [m], etc.
    Pero todo lo abordado, estas operaciones lógicas elementales, se dirigieron a cada oportunidad hacia los temas de la Argumentación, la persuasión y el discurso. De los temas de lógica, se seguiría que la Argumentación estaría constituida por una serie de proposiciones, que se siguen de otras proposiciones previas. La persuasión de un discurso en tanto, no está sujeta a su corrección lógica, sino al convencimiento sano o insano, bienintencionado o no, de un sujeto determinado; en cambio, ésta corrección lógica sí sería necesaria, si se pretendiera su validez como argumento científico.
    La validez de un argumento estaría fundado sobre todo en la lógica de sus proposiciones; y a su vez, la calidad lógica de la secuencia entre proposiciones, sería la garantía de esa validez. Si entre ese encadenamiento se encontrara una falla, ésta redundaría en todo el entramado de la argumentación. De esa manera, si existe un encadenamiento de la argumentación entre A y Z; y B, L y N, tuvieran deficiencias lógicas, no podría aislarse el fallo y concluir como válido todo aquello que no fuera B, L y N; sino que la deficiencia se extendería de A a Z.
    En cambio, si el argumento fuera secuencial pero no estuviera encadenado, las deficiencias podrían aislarse y rescatar entre A y Z, aquellas proposiciones que de manera independiente representaran o contuvieran corrección lógica en sus postulados. Esto último es lo más común en mucho del pensamiento universal. El pensamiento de un autor puede considerarse como debatible en algunos aspectos y en otro no; o para ilustrarlo de un modo coloquial: el primer tipo de argumentación se parecería a un edificio, cuya estructura conforma un solo bloque, dependiente e indivisible. En tanto, el segundo tipo de argumento se parecería más a un fraccionamiento habitacional, en donde cada unidad está unida, pero a su ves guarda independencia entre sí.
    Es común que en la obra de algunos autores ocurra que el dominio de una disciplina o aspecto de ésta, se imponga sobre otros aspectos o disciplinas involucradas. Se pueden pensar en muchos ejemplo, pero a propósito queda bien la imagen de algunos escritores o críticos que gozan de mucho prestigio intelectual o científico en una disciplina determinada, y son terriblemente criticados cuando abordan temas fuera de su especialidad o dominio. Aquí, en este ejemplo, puede apreciarse al mismo tiempo que el fenómeno de la especialización del trabajo, que el de la indisciplina intelectual: el prestigio en una disciplina o tema, no otorga autoridad intelectual absoluta. Y de esta ilustración se puede concluir también la conveniencia de reducir o concentrar hasta donde sea posible el objeto de estudio temático.

QUINTA SEMANA [Investigación y Expresión Jurídica]


¿Existe un Método Jurídico?

    Ésta semana, el tema que se llevó las palmas fue resultado de una pregunta que surgió en clase. Se estaba abordando el tema del método jurídico en una investigación, cuando de un tema se llegó a otro, hasta que la pregunta surgió: ¿Existe un método jurídico? Y en caso de que lo hubiera, ¿Habrá uno solo, o habrá muchos?.
    La reflexión no concluyó, e incluso de dejó como tema para las siguientes semanas. Tomar una posición al respecto no deja de ser arriesgado, ya que siempre sale a flote la discusión forzosa respecto al carácter del derecho como ciencia. De una u otra manera, hablar de método jurídico [científico], es tocar, ya sea lateralmente, el de la cientificidad del derecho, y por tanto, embrollar ambos temas. Se puede hablar de método exegético, sin duda; pero el problema sigue gravitando. De lo exegético, no se sigue la cientificidad metódica, ya que el derecho no se consuma en la legalidad. Seguir un objeto de estudio constituido por un hecho, por ejemplo, rompería ese pretendido método y lo reduciría a un mero procedimiento de análisis.
    Por otro lado, la diversidad de métodos que se empezaron a enumerar en el pizarrón, dejó ver otra inconsistencia o dificultad para esclarecer la pregunta. El mero método cartesiano ya otorga de por sí un camino [duda, desintegra, integra y concluye] muy poderoso para abordar un problema; y si se le suma el holístico [contempla desde diferentes ángulos disciplinarios], bien puede esta combinación pasar como método omnidisciplinario. Entonces, hablar de un método jurídico en específico sería de antemano proporcionar una vertiente diferente a éstos.
    Es muy arriesgado decirlo, y de sería más prudente declarar la poca reflexión al respecto, pero en lo personal creo que si hubiera un método jurídico específico o particular de nuestra disciplina; uno que pudiera lucirse como propio, en todo caso, tendría qué partir de la concepción tetradimensional del derecho que propone Atienza. Especular entonces sobre el mismo, implicaría una reflexión más detenida y responsable que el solo señalarlo como posibilidad. Pero como sea, la rigurosidad de éste siempre estaría pendiendo de la validez o invalidez de una concepción particular del derecho. Si el fenómeno jurídico pudiera describirlo la filosofía, o la política, no es tema que merezca ninguna atención, por que francamente sería una pérdida de tiempo; pero en cambio no lo es tanto si se contempla como ciencia social, por que en ese caso incluso la filosofía tiene mejor forma de defenderse que el derecho. Parte de la sorpresa que he tenido en el posgrado ha sido precisamente el plan de estudios: la incorporación de tantas herramientas cercanos o parte abierta de la filosofía: epistemología, metodología [buscar las causas de la cosa], y en especial, “lógica”; además de las herramientas técnicas imprescindibles para una investigación científico-social: Técnicas de la Investigación, y ésta materia misma de Investigación y Expresión. Es decir, para regresar al tema de si existe o no un método jurídico propiamente dicho, que el derecho ante todo sigue pendiendo, quizá por fortuna o quizá no tanto, de su raíz u origen.
    Como sea, y para no rehuir el contestar la pregunta que se nos dejó de reflexión para esta semana, considero que no existe un método jurídico, o si existe, éste método pendería de la concepción que se tenga del concepto “derecho”, en primer término; y en segundo, que si existe, de cualquier manera también estaría supeditado ante todo a la búsqueda de un método científico, que justifique primeramente como científicas a lo que llamamos ciencias sociales.

domingo, 11 de septiembre de 2011

CUARTA SEMANA [Teoría de la Argumentación Jurídica]


El relativismo de “la verdad”...

    En clases pasadas ya se estuvieron abordando temas de lógica, como fundamento indispensable de la argumentación, y en específico, de la Argumentación Jurídica.
    Las herramientas de la lógica están siempre presentes en todo razonamiento que se pretenda válido. La lógica nos proporciona una guía de revisión o corrección del pensamiento, que es insoslayable en cualquier tipo de reflexión, y más cuando se trata de una que se pretende científica. Se trató el tema de las operaciones básicas de la lógica [se nos recomendó el libro de Pedro Chávez C.]: a) el concepto, b) el juicio, c) el razonamiento, etc. ; se habló de los principios de la lógica: a) del de identidad, b) de no contradicción, c) del tercero excluso, y d) de la razón suficiente. Y también se reflexionó sobre lo que son los argumentos deductivos e inductivos; y de los errores o vicios del razonamiento [la falacia, especialmente]. Del diálogo y la dialéctica... etc. Pero de todos los temas que se abordaron, quizá el más interesante haya sido el de ubicar dentro de todos ellos el concepto de verdad.
    La verdad, como se sabe, no es sino una declaración de corrección que pretende ser universal; es decir que ésta sufre a su vez del relativismo propio que adquiere cualquier aseveración científica o cotidiana: el razonamiento pretende universalidad, ante todo; y su validez depende entonces, como nos lo muestra la historia del pensamiento, más de las posibilidades de refutación de ese razonamiento, que de su valor intrínseco. El valor “verdad” no puede ser un absoluto incondicionado y totalizador, ya que los propios fundamentos sobre los que se edifica son la explicación de su vulnerabilidad: todo razonamiento es una interpretación, y como tal, una invención de la realidad que no sobrepasa las limitaciones de la razón humana; o en todo caso, que no puede desligarse de ella, como su origen y explicación.
    Si de un conjunto de razonamientos se puede concluir un modelo de explicación para un fenómeno determinado, éste modelo se cimenta ante todo, como posibilidad de explicación, pero no como descripción absoluta de la realidad que pretende explicar. Finalmente, en un extremo de brillantez científica, no sería más que una descripción funcional, útil, en tanto no exista un mejor modelo que explique de mejor manera el fenómeno descrito. Bajo esta dinámica aparentemente sofocada de incertidumbre, es que se ha construido la ciencia moderna. Pero este relativismo resultante a su vez apuntala a la ciencia misma, ya que el entramado intelectual moderno [cartesiano] toma a la duda como el más estricto de los principios del conocimiento.
    Dudar entonces no sería una debilidad de la ciencia, sino su fundamento. Por tanto, de la duda sobre la validez de cualquier modelo explicativo de la realidad, se nutriría la aspiración científica. Visto históricamente, la detracción de un modelo teórico determinado por otro mejor estructurado o con más fundamentos de validez, no implicaría sino su culminación, o mejor dicho, su perfeccionamiento. De este modo, es que podrían contemplarse una infinitud de teorías aparentemente fallidas [como el de la generación espontánea de Huxley, o las tremendistas de Malthus, ambas del siglo XIX]. De su falibilidad aparente, se desprendería la posibilidad de construcción científica, teniendo al fallo científico como aliciente de la ciencia misma.
    Por otro lado, se podría concluir que cualquier postulado científico carece entonces de permanencia: su validez, o pretensión de verdad, estaría reducida incluso a una interpretación de carácter histórica o generacional. No podría trascender los límites que imponen los fundamentos de la ciencia [la duda] ante todo, ya que si lo hiciera se constituiría en una paradoja inmovilizante del conocimiento.

CUARTA SEMANA [Investigación y Expresión Jurídica]

La función del Marco Teórico, y el recurso de citar por citar

    Esta semana continuamos con el tema de los requisitos que debe reunir un Protocolo de Investigación. Uno de los temas que fueron más comentados fue el del Marco Teórico. Lo que es, y la función que juega en una investigación.
    Un Protocolo debe contar con una marco teórico o de referencia, que dé base a la investigación. Entre otros, éste marco teórico estaría constituido por todas aquellas teorías, y en general, cuestiones doctrinarias relativas al objeto de estudio. No debe de exceder su función de base, sino dar paso al pensamiento original del investigador. Una de las recomendaciones que hizo el maestro es no caer en la tentación de citar por citar. Hubo una reflexión crítica respecto aquellas tesis o trabajos de investigación que a partir del argumento de autoridad que representan algunos autores, pretenden fincar ahí la validez de las opiniones propias.
    La función del marco teórico, sería ante todo la de dar base a especulaciones o críticas al propio pensamiento que se invoca como autorizado. Se tiene qué tomar en cuenta ese pensamiento, pero no en virtud del argumento de autoridad que podría representar eventualmente, sino en razón del fundamento que podría representar para la investigación emprendida. De ahí que las citas deban cuídarse al extremo: dárseles un contexto justo y merecido, y no abusar de ellas. El marco teórico, sobre todo, debe ser un fundamento de la investigación, y no un recurso, ya sea para ganar “espacio” [requisito formal según el grado de la tesis de que se trate], o para pretender asirse de la autoridad de un tercero para dar fortaleza a los argumentos, posiciones, o conclusiones propias.
    Personalmente considero que esta función de que se habla, tiene qué ver sobre todo con una cuestión práctica: cuando finca uno el propio pensamiento en el pensamiento de otro, también se ancla a sus posibles limitaciones. Y una investigación, aún más cuando se trata de una tesis para obtener un grado académico, debe contener, hasta donde sea posible, conocimiento nuevo, original. La secuencia de citas en una investigación por tanto, debe atender a las necesidades inevitables de la misma, ya sea para su prosecución, o para su crítica. Pero en uno y otro casos, el marco teórico y las citas que se pudieran desprender, deben supeditarse al objetivo de conseguir una investigación original.
La tentación de recurrir a los argumentos de autoridad en una investigación son muy grandes. En ocasiones sin darse uno cuenta, se emplea ese recurso no para darle solidez a los argumentos propios, resultado de la investigación, sino para encubrir sus debilidades o inconsistencias. De ese modo se prende recubrir con un pensamiento ajeno las insuficiencias del propio, y se toma el último y peor camino para pervertir los resultados de la investigación emprendida. Se comentó en clase cómo este recurso incluso podía medirse en páginas: qué tanto de la investigación en una tesis [en cuartillas], se trata de pensamiento original y qué tanto, es de prestado.
    No obstante, el otro extremo podría resultar igualmente criticable. De la misma manera que las citas de pensamiento ajeno pueden ser un abuso en la investigación, también el ignorar a quienes abordado el tema o aspectos del tema que se investiga, puede ser, más que un muestra de soberbia intelectual del investigador, una debilidad de la investigación misma. Sería extramadamente raro que un tema o un aspecto del tema que se investiga no tenga precedentes como objeto de reflexión cuando menos. La ausencia de otro pensamiento en una investigación, y más si ésta es de carácter académico, evidenciaría no una pretendida autosuficiencia intelectual, sino una carencia de investigación sobre el objeto de estudio. En cualquier caso, su invocación como se dijo antes, debe ser por necesidad de contar con un antecedente de pensamiento, referencia o marco teórico, y no para cumplir con el requisito formal de contar con tantas cuartillas, o menos aún, para trasladarle a otro el peso de la originalidad.

domingo, 4 de septiembre de 2011

TERCER SEMANA [Teoría de la Argumentación Jurídica]


La Argumentación, como Persuasión y Comunicación

    Antes de abordar el tema de la Argumentación Jurídica en específico, se estuvo comentando y discutiendo sobre lo que es la argumentación en general. Ya se nos adelantó la necesidad del conocimiento de las operaciones lógicas elementales, pero antes de ellas habría qué establecer lo que es la argumentación en específico, y analizar con detenimiento el proceso de comunicación. Éste último tema fue el que generó más atención por parte del grupo.
    Argumentar comprende la justificación de una idea, y por tanto la interpretación implícita de ésta y todos aquellos fenómenos que la compongan o estén relacionados. El fin de la argumentación es persuadir, a otro u otros de la veracidad de la idea. En esta persuasión pueden entrar en juego operadores lógicos trucados (falacias o sofismas), de los que se debe tener cuidado o atención; ya sea para no formularlos o para no dejarlos pasar por alto, si se presentaran.
    Cuando se argumenta, se comunica. No es posible ninguna argumentación sin comunicación. Se puso énfasis en clase respecto a los elementos de ese proceso: 1. Emisor. Debe ser claro, sencillo y entendible; 2. Mensaje. Debe contar con un Código de Comunicación, entendido como lenguaje; y 3. Receptor. Que sería el destinatario del mensaje, y específicamente, el objeto de la persuasión.
    De estos tres elementos se pueden desprender muchos más, pero son en suma lo que constituye un proceso de comunicación genérico. En ocasiones, por ejemplo, se necesitará de un intérprete del mensaje, si éste estuviera de algún modo cifrado. Las variaciones posibles son muchas, y se podría reflexionar mucho al respecto, pero para el objeto que se persigue es suficiente con establecer que el proceso de comunicación es un fenómeno que debe tenerse muy en cuanta al momento de Argumentar. Existe, por ejemplo, una pretensión primaria del emisor del mensaje, para que éste se comprenda; el destinatario puede ser individual, colectivo, e incluso impersonal (un auditorio no presente).
    La argumentación, por otro lado, en cuanto que proceso de comunicación, podría componerse de imágenes, símbolos, o en el caso, como un discurso oral o escrito.
    Precisamente por lo anterior, y respecto al fin persuasivo de la argumentación, ésta podría emparejarse a la retórica, pero no se le debe confundir. Mientras la retórica se encamina a las “formas bellas”, para persuadir, y desatiende en pro de esas mismas formas, al contenido del discurso, la Argumentación tiene que estar fundada en la corrección lógica de su formulación.
    El derecho como discurso estaría siempre asociado a la validez lógica de su argumentación; sin embargo, en este punto, puede resaltarse el hecho de que la “bella forma” que distingue a la retórica, no necesariamente se confronta con la Argumentación. La retórica, tiene el mismo fin que la argumentación (persuadir), solo que en ese propósito no atiende al contenido del discurso en sí mismo. Luego entonces, si lo atendiera, sin deshacerse de su preocupación estética, se colocaría más como un medio que si finalmente no beneficia a la persuasión buscada, tampoco necesariamente tendría por qué estorbarla, siempre y cuando se sujete a la rigurosidad lógica que requiere y compone a la argumentación.
    En el proceso de comunicación que surge en la argumentación, también se presentan otros fenómenos que pueden alterar el argumento mismo. En clase de discutió respecto al proceso de comunicación política actual, que por razones mercadotécnicas anula el argumento. Este problema, trasladado al ámbito jurídico, dejó ver que los canales de traslado de un mensaje (jurídico) determinado, también podrían verse viciados por razones que se sobreponen a la corrección lógica del argumento. Como conclusión a este tipo de vicios, por supuesto, debe entenderse que la calidad de la argumentación siempre debe propender a la corrección lógica de sus postulados, y no a los efectos deseables o no deseables de aquella.

TERCER SEMANA [Investigación y Expresión Jurídica]


La Receta de Cocina

    El efecto que produjo la lectura del Kibalyón en el grupo, dio pie para que esta semana se abordaran los temas del método científico desde otra perspectiva. La duda respecto a la validez del conocimiento, se centró en el método que se sigue para obtenerlo. Cualquier aseveración respecto a un eventual resultado, se centra no en la conclusión, sino en el camino que se sigue para obtenerlo.
    Para abordar el siguiente tema de la semana, se nos encargó llevar una "receta de cocina", un manual de reparación de algún electrodoméstico, o cualquier otro tipo de manual que describiera un procedimiento. Finalmente lo que más abundó fueron las recetas de cocina. En éstas, cada paso, lo mismo que en un Protocolo de Investigación, tendría como fin la consecución de un resultado. No estarían limitados en cuanto a un número específico, pero sí en cuanto a la secuencia u orden de cada uno de ellos. Respecto a la alteración de éstos, por consecuencia, en una y en otro, habría una consecuencia negativa. Y esa precisión en el seguimiento de cada uno de los pasos, no es relativa a cada en sí, vistos independientemente, sino respecto al fin determinado que se persigue. A partir de la reflexión fue como se abordó el tema de los pasos que se deben seguir en una investigación de carácter científico. El protocolo de una investigación sería el primer símil útil de esa "receta": está integrada por pasos. Sin embargo, esta comparación podría extenderse a cualquier tipo de investigación, incluso la de un procedimiento judicial. A reserva de que será un tema que se abordará con más detalle en clases posteriores, se dio un panorama de los pasos para elaborar una investigación.
    El primer paso del protocolo lo constituye el planteamiento del problema a investigar, el cual debe ser de carácter cerrado en su respuesta; debe corresponder implícitamente a un Sí, o a un No. En seguida, debe atenderse a la justificación de ese problema de investigación; en la que sobre todo, se debe resaltar su relevancia y pertinencia: académica, social, temática, etc.
    El segundo paso es la formulación de la o las hipótesis. La hipótesis sería la respuesta tentativa a la pregunta de investigación. Esta respuesta, debería implicar un valor negativo o positivo, correspondiente a la pregunta de investigación. En todo caso, de no descartarse del todo la formulación, se debería resaltar lo probable o validez parcial de la hipótesis, pero siempre anteponiendo el método por el que se llegó a ese resultado, al carácter del resultado mismo.
    Un tercer paso sería el diseño de los medios de prueba de la hipótesis planteada. Esta sería la parte más difícil de la investigación. La estructura misma que se planteé ya de entrada sería el camino a seguir para esos medios de prueba, y en primera instancia lo constituiría el planteamiento del capitulado a desarrollar.
    En este tercer punto se hizo una reflexión sobre los errores más comunes que se presentan al formular el capitulado. Uno de ellos, es el de la "costumbre" de guiarse por otros capitulados, sin reflexionar sobre su utilidad como medios de prueba. Se puso el ejemplo de la inclusión de un apartado de "antecedentes históricos", o de incorporar un capítulo de "derecho comparado". No es que no se puedan incluir, sino que se debe reflexionar sobre si son o no útiles para la investigación en concreto que se lleva a cabo.
    Como sea, el símil de la receta de cocina fue útil y suficiente respecto a que tanto ésta, como el diseño de un Protocolo de Investigación, comparten la posibilidad de incorporar variaciones personales que finalmente redundan en el producto final. No acortan la creatividad, sino que son una guía necesaria para conseguir un propósito. La secuencia de cada paso es importante, ya que el previo justifica al posterior, y juntos son el camino para conducirnos al resultado que se busca: en el caso, probar afirmativa o negativamente la hipótesis planteada.